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Paciencias miscegenagógicas del funcionario económetra Badà no es una novela, sino un ensayo. Una miniatura bélica que como un juego moral se entretiene con el lector, la lectora, le interlectore (ese erótico artefacto sumativo que se desdobla) de semejante libro en llamas.
El lector, la lectora, les interlectores de Badá Biar, anidarán en su cuerpo corrupto por esta muerte del personaje en la lectura, como los insectos de Leopoldo María Panero, Alain Resnais, Jacques Derrida y Augusto Roa Bastos. Tiene que ver, por tanto, con la descomposición del cuerpo de un funcionario en el que anidan les interlectores como insectos: una metáfora tomada no solo de Panero, Leopoldo María, sino de la insinuación de Alain Resnais en su ensayo cinematográfico sobre la Biblioteca Nacional de París Toute la mémoire du monde (1956).
De hecho, nuestro Funcionario ecónomo practica sus suertes del oficio en la gobernación de los desempleados, las, les, en una España en la que recibe paternalmente a sus pobres de la cola del INEM, dictando clases de emprendimiento y dispensando las escuálidas riquezas de los desechos de cocina de un Corte Inglés endeudado.
Este furibundo ensayo se alimenta de las mejores tradiciones filosóficas de la Teoría crítica, la Literatura, el cine expresionista y el arte del absurdo, en torno al recurrente tema sociológico del funcionariado, la burocracia y el Estado: entre otros, sigue los espacios abiertos por Kracauer, los hermanos Weber, W. Benjamin, Canetti o Kafka; y la escrituración cadavérica neobarroca.
El trabajo se aventura desquiciando el clásico tratamiento sociológico de la carrera funcionarial desde unos márgenes de quien no es ni puede ni debe ser un funcionario (de carrera) en la España del precariado. Este tipo es Badà. El postulante al oficio de administrador, administrado primero como parte socializante de una filiación de ventajas, se alza aquí como un pequeño gran personaje, iluso, que cae en la desgracia de su grandilocuencia buscando por mandato a su población administrada, declarada como huida, en las letrinas. La Economía, de la que presume como funcionario económetra (si esto pudiera ser), se come, literalmente, su práctica y cerebro de buen gobierno, devorándolo como a un número contable. Asistimos al fascismo estadístico o al estadígrafo fascista. Badà quiere ser funcionario, económetra además. Casi una imposibilidad de lo primero dado que inicia, pero que jamás llega.
Badá Biar, emprende una carrera sin fin hasta descubrirse en quienes administra como expuesto en su catafalco-buró, preparado en el sudario de la Resurrección, presto para el Juicio y coro de los esclavos memoriados según el evangeliario postapocalíptico de Giovanni Papini.
Libro impreso en:
Tamaño cerrado: 180 mm x 220 mm
Impresión:
Impresión Offset 4+0 tintas
Cubierta ext. 4+0 tintas
Interior 1+1 tintas
Papel:
Cubierta Int. Colorplan Lockwood Green gofrado Dapple 175 gr
Cubierta Ext. Arena Natural Rough 200 gr
Interior Arena Natural Bulk 140 gr
Encuadernación:
Encuadernación cosido hilo visto con cubierta y contra dípticas
Compuesto por 8 pág. de cubierta ext.+ 264 pág. de interior + 4 de cubierta
Cubierta y contra contracoladas 2 papeles
Tipografía: Cochin, Birch Std, Apple Chancery
Imprint [#] 2021
ISBN: 978-84-121975-3-2
28,00 €
SANTIAGO MARTÍNEZ-MAGDALENA
Paciencias miscegenagógicas del funcionario económetra Badà
Derechos, provechos y dignidades, sensibilidad misántropa y pleitesías del catafalco-buró.
Hortus insectorum: el sueño de los insectos
Paciencias miscegenagógicas del funcionario económetra Badà no es una novela, sino un ensayo. Alguien podría llamarlo ensayo-novelado, pero no lo es. Quizás también pareciera una nómina de autoridades, pero resulta que esta, que sí aparece en Badà, tampoco es una nómina de autoridades, sino un hortus. Entonces… entonces Badà es un ensayo —un «ensayo desaforado» en palabras del autor— pero un ensayo que plantea, de forma magistral y muy erudita, la carrera, vida y muerte de un burócrata (Badà, Badá) en la España tardocostumbrista de la crisis económica y social.
Este apasionado ensayo se alimenta de las mejores tradiciones filosóficas de la Teoría crítica, la Literatura, el cine expresionista y el arte del absurdo, en torno al recurrente tema sociológico del funcionariado, la burocracia y el Estado a través de una escritura frenética y neobarroca que convierte a los lectores, as, en interlectores, as, de interlecto, sistema transitorio de habla entre la lengua materna y la segunda lengua de un aprendiente, en este caso edificada sobre una catarata textual que abruma a quien lo lee, interlee entre un texto principal, notas interlineales, notas al pie que parecen infinitas, y maravillosas glosas que alcanzan y adelantan al interlectore, a, no dejándole escapatoria alguna dentro de esa red interina.
Tenemos ante nuestros sentidos un ensayo de emulsiones en el que los insectos de Leopoldo María Panero, Jacques Derrida, Augusto Roa Bastos y la idea del lector-insecto en el ensayo cinematográfico sobre la Biblioteca Nacional de París Toute la mémoire du monde (1956), de Alain Resnais, están presentes sobre la rugosa, carpetovetónica y gruesa piel del funcionario Badà, elefante: «Es común en la historiografía o en la pedagogía de la historia el uso de metáforas didácticas que explotan una suerte de entomología moral», nos dice en una nota al pie su autor, Santiago Martínez-Magdalena, que no da tregua a Badà (Badá), elefante: «¡Salvo por el brusco, perentorio pero solo puntual requerimiento de la domesticación del Elefante famélico que mantiene enjaulado en su alto y estrecho armario metálico, por donde asoma medio cuerpo arrugado y gris sobre la portezuela abollada y deformada por unas pocas débiles patadas y flacos empujes, donde lo alimenta con algunas vainas y maní desmondado, donde lo disciplina con una vara corta de avellano! […] Elefante Kondrátiev, caminando por los ciclos económicos inversamente, como en un espejo contrario de escalerones vueltos.»
En greylock nos alegra de forma muy especial presentar este Imprint [#]; un Imprint que no lleva imágenes, que despliega una agitada jerga funcionarial, que está impregnado de juegos de palabras, grafías, de lexicografía, y que cabalga con la antropología, la sociología, la teoría económica, la ética y la ontología de la mano, en un texto puramente experimental. Nunca hemos podido estar más de acuerdo con Travis Jeppesen cuando dice que escribir es una relación caliente y cachonda con el mundo.
—greylock